ALIMENTACIÒN: LA MIEL DE ABEJA COMO ALIMENTO
La miel es el alimento perfecto... para las abejas. La creencia popular de que es también un azúcar natural y un alimento sano y nutritivo para el ser humano no se corresponde con la realidad, si tenemos en cuenta que el contenido de los ácidos que segregan las abejas para conservarla la convierten en un producto NO recomendado para nuestra salud.
La miel se obtiene de la mezcla estomacal del polen que ingieren las abejas, con ácido fórmico y mánico, entre otros. Esa mezcla se deposita en las células de cera y es deshidratada por el movimiento de las alas de multitud de abejas.
Sin ese proceso de conservación la miel fermentaría inmediatamente y no sería útil como alimento. Para las abejas, la miel sólo es un alimento de reserva que les permitirá subsistir durante el invierno hasta que en primavera, con la llegada del buen tiempo, puedan de nuevo salir a recolectar polen.
La deshidratación de la miel y los ácidos añadidos la convierte en poderoso veneno capaces de matar cualquier bacteria, y en un producto tóxico para el aparato digestivo del ser humano. El aparato digestivo de la abeja esta diseñado para sintetizar esos fuertes preservantes naturales, el sistema digestivo del ser humano no.
La miel de abeja contiene esporas de Clostridium Botulinum que producen neurotoxinas en el intestino, aún inmaduro, del lactante. Una pequeña cantidad suele ser extremadamente peligrosa. Los niños menores de un año no deben ingerir miel. Por ello ningún pediatra recomienda el consumo de miel de abeja o derivados a los niños menores de un año, ya que su ingesta puede provocar síntomas como párpados caídos, dificultad para succionar y deglutir, debilidad muscular, constipación, llanto débil y tono muscular deficiente. También puede ser la causa de serias complicaciones respiratorias como consecuencia de un sistema locomotor comprometido hasta llegar, en los casos más graves, a la muerte.
A pesar de que la miel sea una sustancia natural, realmente no es mejor para nuestra salud que la sacarosa o el azúcar refinado, siendo una de las causas de la disminución de la función del sistema inmune y del sistema vascular, que conducen a un sinfín de enfermedades.
La composición de la miel como alimento humano es totalmente deficitaria en minerales y vitaminas ya que nuestra especie necesita muchos más factores nutritivos que una abeja.
A pesar de la atracción que sentimos por los azúcares de la miel, debemos ser conscientes que los ácidos que contienen son conservantes que la convierten en una sustancia dañina para nuestra salud. Carecemos de las enzimas necesarias para la digestión y neutralización de dichas sustancias y nuestro organismo se ve forzado a autoprotegerse, produciendo un antídoto que permita su asimilación, exigiendo un desgaste de energía y de fuerza vital importante.
Inmediatamente después de tomar la miel, comienza la reabsorción de la humedad del estómago y de la flora intestinal provocando la destrucción de la población microbiana que mantiene una relación simbiótica con su entorno. En algunos casos sólo se necesitan unas cucharadas de miel para que se produzca una reacción de malestar.
La miel es acidificante y más descalcificante que el azúcar de caña y de remolacha, obligando a nuestro organismo a recurrir a sus propias reservas de calcio, incluso de los dientes y huesos si fuera necesario, para neutralizar los ácidos introducidos en el sistema digestivo al ingerir la miel.
El ácido mánico de la miel es un veneno protoplásmico que se interrelaciona con la proteína para formar alcohol, amoníaco y ácido carbónico. Los subproductos del alcohol, amoniaco y ácido carbónico son perjudiciales para la salud, convirtiendo la miel en un producto no apto para el consumo humano.
Al consumir la miel de abeja como edulcorante, junto con otros almidones y proteínas, ésta fermenta rápidamente, sobre todo cuando permanece en el estómago con otros alimentos de lenta digestión.
La miel y otros productos procedentes de las abejas son ampliamente utilizados en la medicina tradicional. Sin embargo, se recomienda seriamente a la gente que padece asma o alergias que no tomen miel o jalea real, tras haberse producido varias muertes y enfermedades severas. La miel tampoco es apropiada para los niños menores de doce meses por el riesgo de botulismo.
La miel es el alimento perfecto... para las abejas. La creencia popular de que es también un azúcar natural y un alimento sano y nutritivo para el ser humano no se corresponde con la realidad, si tenemos en cuenta que el contenido de los ácidos que segregan las abejas para conservarla la convierten en un producto NO recomendado para nuestra salud.
La miel se obtiene de la mezcla estomacal del polen que ingieren las abejas, con ácido fórmico y mánico, entre otros. Esa mezcla se deposita en las células de cera y es deshidratada por el movimiento de las alas de multitud de abejas.
Sin ese proceso de conservación la miel fermentaría inmediatamente y no sería útil como alimento. Para las abejas, la miel sólo es un alimento de reserva que les permitirá subsistir durante el invierno hasta que en primavera, con la llegada del buen tiempo, puedan de nuevo salir a recolectar polen.
La deshidratación de la miel y los ácidos añadidos la convierte en poderoso veneno capaces de matar cualquier bacteria, y en un producto tóxico para el aparato digestivo del ser humano. El aparato digestivo de la abeja esta diseñado para sintetizar esos fuertes preservantes naturales, el sistema digestivo del ser humano no.
La miel de abeja contiene esporas de Clostridium Botulinum que producen neurotoxinas en el intestino, aún inmaduro, del lactante. Una pequeña cantidad suele ser extremadamente peligrosa. Los niños menores de un año no deben ingerir miel. Por ello ningún pediatra recomienda el consumo de miel de abeja o derivados a los niños menores de un año, ya que su ingesta puede provocar síntomas como párpados caídos, dificultad para succionar y deglutir, debilidad muscular, constipación, llanto débil y tono muscular deficiente. También puede ser la causa de serias complicaciones respiratorias como consecuencia de un sistema locomotor comprometido hasta llegar, en los casos más graves, a la muerte.
A pesar de que la miel sea una sustancia natural, realmente no es mejor para nuestra salud que la sacarosa o el azúcar refinado, siendo una de las causas de la disminución de la función del sistema inmune y del sistema vascular, que conducen a un sinfín de enfermedades.
La composición de la miel como alimento humano es totalmente deficitaria en minerales y vitaminas ya que nuestra especie necesita muchos más factores nutritivos que una abeja.
A pesar de la atracción que sentimos por los azúcares de la miel, debemos ser conscientes que los ácidos que contienen son conservantes que la convierten en una sustancia dañina para nuestra salud. Carecemos de las enzimas necesarias para la digestión y neutralización de dichas sustancias y nuestro organismo se ve forzado a autoprotegerse, produciendo un antídoto que permita su asimilación, exigiendo un desgaste de energía y de fuerza vital importante.
Inmediatamente después de tomar la miel, comienza la reabsorción de la humedad del estómago y de la flora intestinal provocando la destrucción de la población microbiana que mantiene una relación simbiótica con su entorno. En algunos casos sólo se necesitan unas cucharadas de miel para que se produzca una reacción de malestar.
La miel es acidificante y más descalcificante que el azúcar de caña y de remolacha, obligando a nuestro organismo a recurrir a sus propias reservas de calcio, incluso de los dientes y huesos si fuera necesario, para neutralizar los ácidos introducidos en el sistema digestivo al ingerir la miel.
El ácido mánico de la miel es un veneno protoplásmico que se interrelaciona con la proteína para formar alcohol, amoníaco y ácido carbónico. Los subproductos del alcohol, amoniaco y ácido carbónico son perjudiciales para la salud, convirtiendo la miel en un producto no apto para el consumo humano.
Al consumir la miel de abeja como edulcorante, junto con otros almidones y proteínas, ésta fermenta rápidamente, sobre todo cuando permanece en el estómago con otros alimentos de lenta digestión.
La miel y otros productos procedentes de las abejas son ampliamente utilizados en la medicina tradicional. Sin embargo, se recomienda seriamente a la gente que padece asma o alergias que no tomen miel o jalea real, tras haberse producido varias muertes y enfermedades severas. La miel tampoco es apropiada para los niños menores de doce meses por el riesgo de botulismo.
SALUD: EL VENENO DE ABEJA
Artículo extraído del libro Medicina Fractárica por Mágnum Astron
Todo veneno existe para matar y no para curar. Algunas personas creen que el veneno de las abejas, administrado a diario a través de sus picaduras, alivia el dolor de la artritis, aunque la eficacia de este procedimiento no está comprobada científicamente.
Al igual que cualquier otro veneno, el veneno de la abeja es muy peligroso para algunas personas. Las reacciones alérgicas son graves e impredecibles. Con el paso del tiempo, la persona puede desarrollar una alergia grave a dicha sustancia, aún en casos en los que no se registraron reacciones adversas anteriormente.
Las no demostradas teorías difundida indiscriminadamente no informan que el veneno de las abejas tiene un efecto citotóxico que le permite destruir las membranas celulares e inducir una desproporcionada percepción del daño real a los receptores de dolor. Tampoco advierten de la posibilidad de reacciones alérgicas que pueden tener consecuencias muy graves y hasta terminar en la muerte al producirse un choque anafiláctico.
La Federación Internacional de Esclerosis Múltiple aclara que no existe ninguna evidencia de que este sea un tratamiento eficaz para la EM ni para la artritis o demás dolencias, y concluye afirmando que este tratamiento no se recomienda por falta de beneficio comprobables, por sus efectos secundarios y por el riesgo de presentar reacciones alérgicas peligrosas que tienden a intensificar la enfermedad.
La inmensa mayoría de pacientes que acuden a una consulta de apiterapia, lo hacen cuando ya han agotado todas las posibilidades de curación que les ofrece la medicina convencional, y lo hacen cual último desesperado recurso para aliviar sus dolencias, aún temiendo el dolor que les provoca la picadura. Nadie acude a una consulta de apiterapia por unas simples enfermedades tratable por otros métodos.
Muchos utilizan el método de picadura directa, obviando lo absurdo de colocar una abeja sobre el cuerpo de una persona enferma para clavarle el aguijón y enfermarla aún más. Hay sustancias en el veneno de las abejas que nos causan una serie de trastornos intoxicando los riñones con la posible consecuencia de una insuficiencia renal.
Pocos momentos después de la picadura, aparece una sensación de angustia acompañada de opresión en el tórax y laringe, disnea y vértigos. Si la picadura se aplicó directamente sobre un vaso sanguíneo, lo que equivale prácticamente a una inyección endovenosa, sobrevienen rápidamente serios trastornos generales.
En los casos más graves el paciente se desvanece. Cuando recobra el conocimiento puede presentar, según su predisposición, urticaria generalizada, grandes edemas localizados (edema de Quincke), violentos accesos de tos, ojos enrojecidos, taquicardia, taquipnea y, en ocasiones, hasta convulsiones de tipo epileptiforme.
Al menos un cinco por ciento de las personas están expuestas al temido choque anafiláctico en caso de picaduras de este himenóptero; a veces basta el aguijón de un sólo insecto para que las consecuencias sean fatales.
La conclusión es que el veneno de abeja es un compuesto químico mucho más complejo de lo que se pueda pensar. La mellitina presente en el veneno de abejas destruye los glóbulos rojos y el efecto anticoagulante puede causar hemorragia vascular diseminada, además de saturar los riñones por la destrucción de glóbulos rojos.
El lugar de la picadura desempeña un papel importante. La picadura en la lengua o laringe puede ser mortal. La muerte se produce por asfixia provocada por el intenso edema laríngeo. Como se demuestra, las abejas cuentan con un poderoso veneno que la naturaleza las dotó para matar, y no para curar.
Artículo extraído del libro Medicina Fractárica por Mágnum Astron
Todo veneno existe para matar y no para curar. Algunas personas creen que el veneno de las abejas, administrado a diario a través de sus picaduras, alivia el dolor de la artritis, aunque la eficacia de este procedimiento no está comprobada científicamente.
Al igual que cualquier otro veneno, el veneno de la abeja es muy peligroso para algunas personas. Las reacciones alérgicas son graves e impredecibles. Con el paso del tiempo, la persona puede desarrollar una alergia grave a dicha sustancia, aún en casos en los que no se registraron reacciones adversas anteriormente.
Las no demostradas teorías difundida indiscriminadamente no informan que el veneno de las abejas tiene un efecto citotóxico que le permite destruir las membranas celulares e inducir una desproporcionada percepción del daño real a los receptores de dolor. Tampoco advierten de la posibilidad de reacciones alérgicas que pueden tener consecuencias muy graves y hasta terminar en la muerte al producirse un choque anafiláctico.
La Federación Internacional de Esclerosis Múltiple aclara que no existe ninguna evidencia de que este sea un tratamiento eficaz para la EM ni para la artritis o demás dolencias, y concluye afirmando que este tratamiento no se recomienda por falta de beneficio comprobables, por sus efectos secundarios y por el riesgo de presentar reacciones alérgicas peligrosas que tienden a intensificar la enfermedad.
La inmensa mayoría de pacientes que acuden a una consulta de apiterapia, lo hacen cuando ya han agotado todas las posibilidades de curación que les ofrece la medicina convencional, y lo hacen cual último desesperado recurso para aliviar sus dolencias, aún temiendo el dolor que les provoca la picadura. Nadie acude a una consulta de apiterapia por unas simples enfermedades tratable por otros métodos.
Muchos utilizan el método de picadura directa, obviando lo absurdo de colocar una abeja sobre el cuerpo de una persona enferma para clavarle el aguijón y enfermarla aún más. Hay sustancias en el veneno de las abejas que nos causan una serie de trastornos intoxicando los riñones con la posible consecuencia de una insuficiencia renal.
Pocos momentos después de la picadura, aparece una sensación de angustia acompañada de opresión en el tórax y laringe, disnea y vértigos. Si la picadura se aplicó directamente sobre un vaso sanguíneo, lo que equivale prácticamente a una inyección endovenosa, sobrevienen rápidamente serios trastornos generales.
En los casos más graves el paciente se desvanece. Cuando recobra el conocimiento puede presentar, según su predisposición, urticaria generalizada, grandes edemas localizados (edema de Quincke), violentos accesos de tos, ojos enrojecidos, taquicardia, taquipnea y, en ocasiones, hasta convulsiones de tipo epileptiforme.
Al menos un cinco por ciento de las personas están expuestas al temido choque anafiláctico en caso de picaduras de este himenóptero; a veces basta el aguijón de un sólo insecto para que las consecuencias sean fatales.
La conclusión es que el veneno de abeja es un compuesto químico mucho más complejo de lo que se pueda pensar. La mellitina presente en el veneno de abejas destruye los glóbulos rojos y el efecto anticoagulante puede causar hemorragia vascular diseminada, además de saturar los riñones por la destrucción de glóbulos rojos.
El lugar de la picadura desempeña un papel importante. La picadura en la lengua o laringe puede ser mortal. La muerte se produce por asfixia provocada por el intenso edema laríngeo. Como se demuestra, las abejas cuentan con un poderoso veneno que la naturaleza las dotó para matar, y no para curar.
ÉTICA: LAS ABEJAS NOS DAN LA MIEL...?
Artículo extraído del libro de Christian Paul Ozers
Desde el punto de vista ético, también nos hacemos varios planteamientos.
Cada abeja obrera vuela unos 800 km en su vida y produce sólo media cucharadita de miel. En condiciones tranquilas la abeja obrera vuela a 24km por hora con picos de hasta 40km por hora durante cortos períodos de tiempo, trabajando entre 7 y 10 horas diarias.
Se podría considerar que la recogida de miel y polen no frustra los intereses básicos de estos insectos, algunos hasta ponen en duda la capacidad de las abejas para sentir dolor.
Lo cierto es que toda explotación discrimina moralmente a otros individuos sintientes, es así especismo.
Todos los seres vivos merecen respeto, sin importar la raza, forma o tamaño, por el simple hecho de que sean seres sintientes, que estén en este mundo por sus propios medios y por sus propios intereses, no para ser "usados" por la humanidad. Las abejas no son la excepción a la regla, sus pequeños tamaños no son motivo para excluirlas del respeto, ni motivo para no defenderles.
Y la realidad es que la apicultura explota y asesina abejas. Podemos vivir perfectamente sin comer miel, un producto que para la humanidad no tiene más valor que un sabor, respetando así a las abejas.
Aunque el sistema nervioso de los insectos y arácnidos es más rudimentario que el de otras especies animales, también tiene la capacidad de percibir dolor. Por lo tanto, las abejas tienen el interés básico de no sufrir.
Varios estudios no dejan ninguna duda al respeto, entre ellos el de la Universidad Brandeis en Waltham (Estados Unidos), dirigidos por Paul A. Garrity y publicado en marzo de 2010 por la revista Nature, el Estudio comparativo doble ciego aleatorizado de dos antivenenos polivalentes de Nuñez publicado en Colombia en 1997, y el de Balderrama de 1987.
En 1956, ya había indicios de que las abejas tenían un sistema nervioso lo suficientemente desarrollado como para transmitir señales de dolor. Al contrario de lo que ocurre con las plantas, el dolor es una herramienta útil para la pervivencia genética, dado que las abejas son capaces de desplazarse para evitarlo.
En 1965 el profesor Vincent Dethier descubrió y demostró que los insectos sienten dolor. La perdida de una pata o un ala es sentida por el animal. Esto lo demostró con análisis bioquímicos de insectos con cuerpos heridos. Éstos envían al torrente sanguíneo (hemolinfa en los insectos) hormonas y otras sustancias necesarias, de manera parecida a lo que sucede en el hombre en estado de fuerte excitación anímica.
Las abejas pueden llegar a sentir una especie de “añoranza”. Si se caza en una flor, encerrándolas luego en una jaula, en su sangre se derrama una sustancia que les provoca un sentimiento de pánico. De no dejarla pronto en libertad, una abeja morirá de miedo al cabo de pocas horas.
Las abejas son manipuladas para obtener muchos productos destinados al uso humano: miel, cera, propóleo, polen, jalea real y veneno. Son insectos inteligentes que han sido descritos como poseedoras de unos complejos sistemas de comunicación superados sólo por los de los seres humanos.
Debido a que se las ve volar libremente, se les suele considerar libres de las crueldades habituales de la industria ganadera animal. Sin embargo, las abejas son tratadas exactamente igual que cualquier otro animal de granja. Son sometidas a exámenes rutinarios y manipulación, regímenes alimenticios artificiales, tratamiento con medicamentos y pesticidas, manipulación genética, inseminación artificial, transporte (por aire, tren y carretera) y sacrificio.
PRÁCTICAS COMUNES EN LA INDUSTRIA APÍCOLA
Reina para un año, o dos
Cortar las alas a las reinas evita enjambrar (irse volando). Enjambrar es la forma natural de reproducción del enjambre que asegura el crecimiento y la supervivencia de la especie en la naturaleza. Sin embargo, los apicultores están constantemente tratando de evitar este fenómeno natural usando feromonas artificiales y cortando las alas a las reinas para mantener la colonia bajo control.
Las abejas reina son inseminadas artificialmente con esperma obtenido de machos decapitados. Las reinas son sistemáticamente sacrificadas cada uno o dos años porque tras un periodo de tiempo su capacidad de producción de huevos decrece, de modo que la colmena entera se hace improductiva y no rentable. Una reina puede llegar a producir medio millón de huevos en su ciclo de vida natural. Sin embargo, sólo le dejan vivir un máximo de 2 años en el mundo comercial produciendo 150.000 huevos por año.
Para mantener la colmena hay que matar a la reina vieja que va a ser reemplazada. Esto puede hacerse aplastándola con los dedos y dejándola en el piso de la colmena, justo debajo de los listones inferiores de los marcos. Si la colmena no tiene reina fecundada porque enjambró o porque experimentó un reemplazo, se deberá localizar y matar a la reina virgen.
Luego se tendrán que destruir todas las celdas reales que estén presentes en la colmena. A tal efecto, conviene sacudir las abejas de los marcos dentro de la colmena para ver si en alguna esquina o disimulada por alguna construcción de panal pasó inadvertida alguna celda real. Al destruir las eventuales celdas reales que pudieran estar presentes, aumentan significativamente las posibilidades de que las abejas obreras huérfanas acepten a la reina fecundada enjaulada que se introducirá.
Después de haber matado a la reina que va a ser reemplazada y de haber destruido la totalidad de las celdas reales que pudiera haber, hay que dejar la colmena 48 horas en completa orfandad y sin realizar ningún tipo de manipulación sobre ella.
Manipulación de las colmenas
Cuando los apicultores manipulan los panales para recolectar los productos apícolas, muchas abejas mueren aplastadas. Las colmenas son rociadas con humo para aturdir a las abejas y facilitar su manipulación. Se colocan exclusas o dispositivos especiales que violan el espacio de las abejas para recoger los productos mientras entran en la colmena. Las abejas son separadas de sus colmenas agitándolas vigorosamente o expulsándolas con potentes corrientes de aire. Patas y alas cortadas son el resultado.
Alimentación artificial
Los apicultores alimentan sus colonias con sustitutos de polen artificial y una mezcla de agua y azúcar blanco, generalmente para sustituir la miel que les han quitado. Si estas prácticas son realizadas durante largos periodos de tiempo hacen disminuir la productividad y longevidad de la colmena. Las colonias se deberían alimentar con su comida natural -miel y polen- para que produzcan así abejas más vigorosas y de mayor tamaño.
Pesticidas
Los apicultores hacen uso masivo de pesticidas sintéticos y antibióticos para combatir plagas e infecciones, y esto ha conducido a problemas de riesgo toxicológico de contaminación en la miel. Sin considerar el uso masivo de agrotóxicos en la agricultura, fuente del polen recogido por las abejas.
Transporte
Las abejas, como cualquier otro animal sujeto a explotación, son compradas y vendidas a nivel mundial. Su transporte implica que las abejas sufran estrés, ahogo, sobrecalentamiento o frío. Muchas perecen enterradas en los ataúdes que son sus paquetes. Las abejas exóticas son transportadas a países extranjeros y causan problemas en el entorno natural extendiendo enfermedades. Posteriormente son tratadas como enemigas y sus nidos son destruidos vertiendo gasolina en las colmenas o rociándolas con jabón líquido.
Experimentación
Las abejas también son víctimas de la vivisección y son sujetos de un gran número de experimentos que se llevan a cabo en todo el mundo. Por desgracia, su naturaleza generalmente tranquila hace fácil su manipulación y se ha afirmado que son un animal de laboratorio ideal. Se realizan muchos experimentos de investigación y desarrollo sobre las colonias para aumentar su rendimiento y consecuentemente los beneficios. En Japón se han irradiado abejas para hacer ineficaz su aguijón en un intento por conseguir una abeja 'sin aguijón', y así hacer más fácil su manipulación. En Australia están investigando con una proteína de su veneno.
Artículo extraído del libro de Christian Paul Ozers
Desde el punto de vista ético, también nos hacemos varios planteamientos.
Cada abeja obrera vuela unos 800 km en su vida y produce sólo media cucharadita de miel. En condiciones tranquilas la abeja obrera vuela a 24km por hora con picos de hasta 40km por hora durante cortos períodos de tiempo, trabajando entre 7 y 10 horas diarias.
Se podría considerar que la recogida de miel y polen no frustra los intereses básicos de estos insectos, algunos hasta ponen en duda la capacidad de las abejas para sentir dolor.
Lo cierto es que toda explotación discrimina moralmente a otros individuos sintientes, es así especismo.
Todos los seres vivos merecen respeto, sin importar la raza, forma o tamaño, por el simple hecho de que sean seres sintientes, que estén en este mundo por sus propios medios y por sus propios intereses, no para ser "usados" por la humanidad. Las abejas no son la excepción a la regla, sus pequeños tamaños no son motivo para excluirlas del respeto, ni motivo para no defenderles.
Y la realidad es que la apicultura explota y asesina abejas. Podemos vivir perfectamente sin comer miel, un producto que para la humanidad no tiene más valor que un sabor, respetando así a las abejas.
Aunque el sistema nervioso de los insectos y arácnidos es más rudimentario que el de otras especies animales, también tiene la capacidad de percibir dolor. Por lo tanto, las abejas tienen el interés básico de no sufrir.
Varios estudios no dejan ninguna duda al respeto, entre ellos el de la Universidad Brandeis en Waltham (Estados Unidos), dirigidos por Paul A. Garrity y publicado en marzo de 2010 por la revista Nature, el Estudio comparativo doble ciego aleatorizado de dos antivenenos polivalentes de Nuñez publicado en Colombia en 1997, y el de Balderrama de 1987.
En 1956, ya había indicios de que las abejas tenían un sistema nervioso lo suficientemente desarrollado como para transmitir señales de dolor. Al contrario de lo que ocurre con las plantas, el dolor es una herramienta útil para la pervivencia genética, dado que las abejas son capaces de desplazarse para evitarlo.
En 1965 el profesor Vincent Dethier descubrió y demostró que los insectos sienten dolor. La perdida de una pata o un ala es sentida por el animal. Esto lo demostró con análisis bioquímicos de insectos con cuerpos heridos. Éstos envían al torrente sanguíneo (hemolinfa en los insectos) hormonas y otras sustancias necesarias, de manera parecida a lo que sucede en el hombre en estado de fuerte excitación anímica.
Las abejas pueden llegar a sentir una especie de “añoranza”. Si se caza en una flor, encerrándolas luego en una jaula, en su sangre se derrama una sustancia que les provoca un sentimiento de pánico. De no dejarla pronto en libertad, una abeja morirá de miedo al cabo de pocas horas.
Las abejas son manipuladas para obtener muchos productos destinados al uso humano: miel, cera, propóleo, polen, jalea real y veneno. Son insectos inteligentes que han sido descritos como poseedoras de unos complejos sistemas de comunicación superados sólo por los de los seres humanos.
Debido a que se las ve volar libremente, se les suele considerar libres de las crueldades habituales de la industria ganadera animal. Sin embargo, las abejas son tratadas exactamente igual que cualquier otro animal de granja. Son sometidas a exámenes rutinarios y manipulación, regímenes alimenticios artificiales, tratamiento con medicamentos y pesticidas, manipulación genética, inseminación artificial, transporte (por aire, tren y carretera) y sacrificio.
PRÁCTICAS COMUNES EN LA INDUSTRIA APÍCOLA
Reina para un año, o dos
Cortar las alas a las reinas evita enjambrar (irse volando). Enjambrar es la forma natural de reproducción del enjambre que asegura el crecimiento y la supervivencia de la especie en la naturaleza. Sin embargo, los apicultores están constantemente tratando de evitar este fenómeno natural usando feromonas artificiales y cortando las alas a las reinas para mantener la colonia bajo control.
Las abejas reina son inseminadas artificialmente con esperma obtenido de machos decapitados. Las reinas son sistemáticamente sacrificadas cada uno o dos años porque tras un periodo de tiempo su capacidad de producción de huevos decrece, de modo que la colmena entera se hace improductiva y no rentable. Una reina puede llegar a producir medio millón de huevos en su ciclo de vida natural. Sin embargo, sólo le dejan vivir un máximo de 2 años en el mundo comercial produciendo 150.000 huevos por año.
Para mantener la colmena hay que matar a la reina vieja que va a ser reemplazada. Esto puede hacerse aplastándola con los dedos y dejándola en el piso de la colmena, justo debajo de los listones inferiores de los marcos. Si la colmena no tiene reina fecundada porque enjambró o porque experimentó un reemplazo, se deberá localizar y matar a la reina virgen.
Luego se tendrán que destruir todas las celdas reales que estén presentes en la colmena. A tal efecto, conviene sacudir las abejas de los marcos dentro de la colmena para ver si en alguna esquina o disimulada por alguna construcción de panal pasó inadvertida alguna celda real. Al destruir las eventuales celdas reales que pudieran estar presentes, aumentan significativamente las posibilidades de que las abejas obreras huérfanas acepten a la reina fecundada enjaulada que se introducirá.
Después de haber matado a la reina que va a ser reemplazada y de haber destruido la totalidad de las celdas reales que pudiera haber, hay que dejar la colmena 48 horas en completa orfandad y sin realizar ningún tipo de manipulación sobre ella.
Manipulación de las colmenas
Cuando los apicultores manipulan los panales para recolectar los productos apícolas, muchas abejas mueren aplastadas. Las colmenas son rociadas con humo para aturdir a las abejas y facilitar su manipulación. Se colocan exclusas o dispositivos especiales que violan el espacio de las abejas para recoger los productos mientras entran en la colmena. Las abejas son separadas de sus colmenas agitándolas vigorosamente o expulsándolas con potentes corrientes de aire. Patas y alas cortadas son el resultado.
Alimentación artificial
Los apicultores alimentan sus colonias con sustitutos de polen artificial y una mezcla de agua y azúcar blanco, generalmente para sustituir la miel que les han quitado. Si estas prácticas son realizadas durante largos periodos de tiempo hacen disminuir la productividad y longevidad de la colmena. Las colonias se deberían alimentar con su comida natural -miel y polen- para que produzcan así abejas más vigorosas y de mayor tamaño.
Pesticidas
Los apicultores hacen uso masivo de pesticidas sintéticos y antibióticos para combatir plagas e infecciones, y esto ha conducido a problemas de riesgo toxicológico de contaminación en la miel. Sin considerar el uso masivo de agrotóxicos en la agricultura, fuente del polen recogido por las abejas.
Transporte
Las abejas, como cualquier otro animal sujeto a explotación, son compradas y vendidas a nivel mundial. Su transporte implica que las abejas sufran estrés, ahogo, sobrecalentamiento o frío. Muchas perecen enterradas en los ataúdes que son sus paquetes. Las abejas exóticas son transportadas a países extranjeros y causan problemas en el entorno natural extendiendo enfermedades. Posteriormente son tratadas como enemigas y sus nidos son destruidos vertiendo gasolina en las colmenas o rociándolas con jabón líquido.
Experimentación
Las abejas también son víctimas de la vivisección y son sujetos de un gran número de experimentos que se llevan a cabo en todo el mundo. Por desgracia, su naturaleza generalmente tranquila hace fácil su manipulación y se ha afirmado que son un animal de laboratorio ideal. Se realizan muchos experimentos de investigación y desarrollo sobre las colonias para aumentar su rendimiento y consecuentemente los beneficios. En Japón se han irradiado abejas para hacer ineficaz su aguijón en un intento por conseguir una abeja 'sin aguijón', y así hacer más fácil su manipulación. En Australia están investigando con una proteína de su veneno.
MERCADOS: PRODUCTOS APÍCOLAS
El marketing de los dudosos beneficios de los productos apícolas perpetúan el uso y abuso de las abejas. Existen muchas otras alternativas de origen no-animal.
Miel: Es un alimento predigerido elaborado por las abejas a partir del néctar. Las abejas recolectan el néctar de las flores y lo almacenan en su primer estómago. Allí es parcialmente digerido y convertido en la sustancia que llamamos miel. Es una fuente alimenticia para la abeja y se almacena en la colmena para los meses de escasez invernal. El metabolismo de la miel produce calor, lo cual mantiene la temperatura de la colmena entre los 17 y los 34 grados. Se utiliza en la industria alimentaria y farmacéutica, en cosméticos y artículos de tocador.
Cera de abejas: Segregada por ocho pequeñas glándulas situadas bajo el abdomen de la abeja, la suave cera se vierte en ocho bolsas situadas debajo de las glándulas donde se solidifica. Una vez en la boca, las abejas trabajan la cera en forma de celdas hexagonales llamadas panales que se emplean para formar la estructura básica de la colmena. La cera se usa en cosmética, artículos de tocador, farmacéuticos, abrillantadores y velas.
Propóleo: Es una sustancia resinosa recogida de los árboles por las abejas. Lo usan para rellenar agujeros, barnizar y reforzar la colmena. También lo emplean como antibiótico natural, agente antiviral, y fungicida. Se han observado abejas bebiendo en plantas depuradoras de aguas residuales, y se sabe que recogen alquitrán, colas adhesivas y pinturas en lugar de propóleo! Se usa en la industria farmacéutica y como suplemento dietético.
Polen: Las abejas lo recogen de las flores y lo llevan a la colmena en las patas traseras donde se almacena. Es, junto con la miel, su fuente de alimento. La recolección del polen por los humanos requiere la instalación de trampas especiales que lo arrancan, el apicultor debe quitar su cargamento de polen a las abejas antes de que éstas entren a su casa. Para ello se colocan en la entrada un “cazapolen”, un aparato formado por una rejilla que tapa la entrada y un cajón inferior donde cae el polen. La rejilla tiene agujeros del tamaño preciso para que pase la abeja solo si deja caer su cargamento de polen al cajón refregando las patas en la malla. Las abejas obreras no pueden evitar luchar contra esta manipulación, intentando introducir su carga en la colmena y al final, exhaustas, dejan caer las pelotas al cajón del polen.
Después de pasar horas buscando alimento (y de paso polinizar las flores), las abejas regresan a sus colmenas y se ven obligados a entrar a través de un laberinto de metal diseñado para arrancar los granos de polen de sus patas. Muchas abejas pierden sus miembros o incluso la vida en el que debería ser un simple proceso: entrar en su propia casa para almacenar su propio alimento.
Se emplea como suplemento dietético previo proceso de deshidratación ya que, debido a su alto contenido en agua, el polen se deteriora rápidamente. Dicho proceso provoca la desnaturalización de los nutrientes y la pérdida de vitaminas.
Jalea Real: Es un fluido pegajoso color crema-blanquecino, mezcla de dos secreciones de las glándulas de las abejas obreras y la única fuente de nutrición de la reina durante toda su vida. Debido a que la jalea real permite a una abeja convertirse en reina, hay quienes piensan que comiéndola podrá recuperar su juventud perdida. China, donde se han ideado técnicas reductoras de costes para su recolección, es el principal exportador de jalea real. Los detalles de los métodos de recolección se guardan bajo secreto riguroso.
Veneno: La recolección de la picadura de la abeja requiere la instalación de una membrana cargada eléctricamente delante de la colmena. Cuando las abejas chocan con ella, reciben una descarga eléctrica y pican la membrana, depositando el veneno, el cual se valora por sus supuestas cualidades medicinales.
El marketing de los dudosos beneficios de los productos apícolas perpetúan el uso y abuso de las abejas. Existen muchas otras alternativas de origen no-animal.
Miel: Es un alimento predigerido elaborado por las abejas a partir del néctar. Las abejas recolectan el néctar de las flores y lo almacenan en su primer estómago. Allí es parcialmente digerido y convertido en la sustancia que llamamos miel. Es una fuente alimenticia para la abeja y se almacena en la colmena para los meses de escasez invernal. El metabolismo de la miel produce calor, lo cual mantiene la temperatura de la colmena entre los 17 y los 34 grados. Se utiliza en la industria alimentaria y farmacéutica, en cosméticos y artículos de tocador.
Cera de abejas: Segregada por ocho pequeñas glándulas situadas bajo el abdomen de la abeja, la suave cera se vierte en ocho bolsas situadas debajo de las glándulas donde se solidifica. Una vez en la boca, las abejas trabajan la cera en forma de celdas hexagonales llamadas panales que se emplean para formar la estructura básica de la colmena. La cera se usa en cosmética, artículos de tocador, farmacéuticos, abrillantadores y velas.
Propóleo: Es una sustancia resinosa recogida de los árboles por las abejas. Lo usan para rellenar agujeros, barnizar y reforzar la colmena. También lo emplean como antibiótico natural, agente antiviral, y fungicida. Se han observado abejas bebiendo en plantas depuradoras de aguas residuales, y se sabe que recogen alquitrán, colas adhesivas y pinturas en lugar de propóleo! Se usa en la industria farmacéutica y como suplemento dietético.
Polen: Las abejas lo recogen de las flores y lo llevan a la colmena en las patas traseras donde se almacena. Es, junto con la miel, su fuente de alimento. La recolección del polen por los humanos requiere la instalación de trampas especiales que lo arrancan, el apicultor debe quitar su cargamento de polen a las abejas antes de que éstas entren a su casa. Para ello se colocan en la entrada un “cazapolen”, un aparato formado por una rejilla que tapa la entrada y un cajón inferior donde cae el polen. La rejilla tiene agujeros del tamaño preciso para que pase la abeja solo si deja caer su cargamento de polen al cajón refregando las patas en la malla. Las abejas obreras no pueden evitar luchar contra esta manipulación, intentando introducir su carga en la colmena y al final, exhaustas, dejan caer las pelotas al cajón del polen.
Después de pasar horas buscando alimento (y de paso polinizar las flores), las abejas regresan a sus colmenas y se ven obligados a entrar a través de un laberinto de metal diseñado para arrancar los granos de polen de sus patas. Muchas abejas pierden sus miembros o incluso la vida en el que debería ser un simple proceso: entrar en su propia casa para almacenar su propio alimento.
Se emplea como suplemento dietético previo proceso de deshidratación ya que, debido a su alto contenido en agua, el polen se deteriora rápidamente. Dicho proceso provoca la desnaturalización de los nutrientes y la pérdida de vitaminas.
Jalea Real: Es un fluido pegajoso color crema-blanquecino, mezcla de dos secreciones de las glándulas de las abejas obreras y la única fuente de nutrición de la reina durante toda su vida. Debido a que la jalea real permite a una abeja convertirse en reina, hay quienes piensan que comiéndola podrá recuperar su juventud perdida. China, donde se han ideado técnicas reductoras de costes para su recolección, es el principal exportador de jalea real. Los detalles de los métodos de recolección se guardan bajo secreto riguroso.
Veneno: La recolección de la picadura de la abeja requiere la instalación de una membrana cargada eléctricamente delante de la colmena. Cuando las abejas chocan con ella, reciben una descarga eléctrica y pican la membrana, depositando el veneno, el cual se valora por sus supuestas cualidades medicinales.
ECOMOMÌA: LOS PRINCIPALES PRODUCTORES DE MIEL
Más de 300 mil toneladas de miel son comercializadas en todo el mundo y realmente se produce más del doble de esta cantidad. Aquí la lista de los principales productores mundiales de miel (datos del año 2005):
China 298000 toneladas (21,5%de la producción mundial de miel)
Turquía 82300 toneladas (5,9%)
Argentina 80000 toneladas (5,8%)
Estados Unidos 79200 toneladas (5,7%)
Ucrania 71500 toneladas (5,1%)
Rusia 52100 toneladas (3,8%)
India 52000 toneladas (3,7%)
México 50600 toneladas (3,6%)
Etiopía 39000 toneladas (2,8%)
España 37000 toneladas (2,7%)
Aunque las autoridades chinas están llevando a cabo controles más estrictos, la miel china se asocia con el cloranfenicol, un antibiótico que se rocía en las colmenas de abejas. Prohibido en muchos países, el cloranfenicol puede causar anemia aplásica y conducir, en los casos más agudos, a la muerte. La presencia de cloranfenicol empujó a los Estados Unidos a la prohibición de la miel china en 2001. La Unión Europea prohibió su importación en los años 2002 y 2003.
13 Octubre 2013
La información contenida en este sito es de libre distribución, se agradece la mención de la fuente.
Más de 300 mil toneladas de miel son comercializadas en todo el mundo y realmente se produce más del doble de esta cantidad. Aquí la lista de los principales productores mundiales de miel (datos del año 2005):
China 298000 toneladas (21,5%de la producción mundial de miel)
Turquía 82300 toneladas (5,9%)
Argentina 80000 toneladas (5,8%)
Estados Unidos 79200 toneladas (5,7%)
Ucrania 71500 toneladas (5,1%)
Rusia 52100 toneladas (3,8%)
India 52000 toneladas (3,7%)
México 50600 toneladas (3,6%)
Etiopía 39000 toneladas (2,8%)
España 37000 toneladas (2,7%)
Aunque las autoridades chinas están llevando a cabo controles más estrictos, la miel china se asocia con el cloranfenicol, un antibiótico que se rocía en las colmenas de abejas. Prohibido en muchos países, el cloranfenicol puede causar anemia aplásica y conducir, en los casos más agudos, a la muerte. La presencia de cloranfenicol empujó a los Estados Unidos a la prohibición de la miel china en 2001. La Unión Europea prohibió su importación en los años 2002 y 2003.
13 Octubre 2013
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