Éste es el primer capítulo de una serie de 5 artículos, en los que descubriremos en detalle cuales son estos 4 venenos blancos en la alimentación moderna, que efecto tienen en nuestros organismos, y las opciones que hay para sustituirlos o eliminarlos.
Nos parecerá sorprendente, pero resulta que todos los días terminan en nuestros platos unos productos que contribuyen en gran medida al deterioro de nuestra salud.
Aunque no se les pueda verdaderamente categorizar como "venenos", ya que por definición un veneno es una substancia que surte un efecto nocivo casi inmediato y frecuentemente fatal, las consecuencias del consumo de estos productos deriva de su acción continuada en nuestro organismo, que acaba teniendo los mismos resultados: aparición de "enfermedades" muy serias y al mismo tiempo absolutamente evitables tales como diabetes, patologías coronarias, obesidad, incluso cancer.
La peligrosidad de este grupo de sustancias no reside en su toxicidad inmediata, sino en su toxicidad -demostrada en un sinfín de estudios científicos- a largo plazo, y en el hecho de que están presente de forma continuada y abundante en nuestras mesas.
Los 4 venenos blancos de nuestra alimentación son:
Cuanto menos cantidades de estos productos incluyamos en nuestras comidas, más mejoras notaremos en nuestra salud.
El mayor inconveniente de querer disminuir o eliminar estos productos de nuestros platos, es que están presentes en todo y cada uno de los productos (erroneamente llamados "comida") que nos ofrece la industria alimenticia, o sea, el 90% de lo que encontramos en cada supermercado. Todo lo que venga en caja, paquete, lata, botella, bolsa, tarro, etc, incluye uno o más (o todos!) de estos venenos blancos entre sus ingredientes.
La única forma verdaderamente eficaz para eliminarlos todos -y de paso también evitar los demás ingredientes industriales dañinos para nuestra salud como aditivos, conservantes, colorantes, exaltadores de sabor, etc- es volver a la cocina.
Retomar la simple costumbre de nuestras madres de preparar nuestra comida partiendo de materia prima fresca y de calidad, nos dará la posibilidad de saber exactamente lo que hay en nuestros platos, lo que nos metemos en el cuerpo y lo que damos de comer a nuestros seres queridos.
Haciendo esto, es muy simple sustituir unos ingredientes por otros. En el apartado de Recetas se encuentran variadas opciones rápidas para preparar platos simples y sabrosos, es sólo cuestión de cambiar algunas de nuestras costumbres y dar prioridad a algo que verdaderamente importa: nuestra salud y la salud de nuestros seres queridos.
Hasta el próximo sábado para la descripción del primero de estos 4 venenos blancos, y sus alternativas más saludables.
Laura
Nos parecerá sorprendente, pero resulta que todos los días terminan en nuestros platos unos productos que contribuyen en gran medida al deterioro de nuestra salud.
Aunque no se les pueda verdaderamente categorizar como "venenos", ya que por definición un veneno es una substancia que surte un efecto nocivo casi inmediato y frecuentemente fatal, las consecuencias del consumo de estos productos deriva de su acción continuada en nuestro organismo, que acaba teniendo los mismos resultados: aparición de "enfermedades" muy serias y al mismo tiempo absolutamente evitables tales como diabetes, patologías coronarias, obesidad, incluso cancer.
La peligrosidad de este grupo de sustancias no reside en su toxicidad inmediata, sino en su toxicidad -demostrada en un sinfín de estudios científicos- a largo plazo, y en el hecho de que están presente de forma continuada y abundante en nuestras mesas.
Los 4 venenos blancos de nuestra alimentación son:
- Azúcar blanco refinado
- Cereales refinados
- Leche y lácteos
- Sal de mesa refinada
Cuanto menos cantidades de estos productos incluyamos en nuestras comidas, más mejoras notaremos en nuestra salud.
El mayor inconveniente de querer disminuir o eliminar estos productos de nuestros platos, es que están presentes en todo y cada uno de los productos (erroneamente llamados "comida") que nos ofrece la industria alimenticia, o sea, el 90% de lo que encontramos en cada supermercado. Todo lo que venga en caja, paquete, lata, botella, bolsa, tarro, etc, incluye uno o más (o todos!) de estos venenos blancos entre sus ingredientes.
La única forma verdaderamente eficaz para eliminarlos todos -y de paso también evitar los demás ingredientes industriales dañinos para nuestra salud como aditivos, conservantes, colorantes, exaltadores de sabor, etc- es volver a la cocina.
Retomar la simple costumbre de nuestras madres de preparar nuestra comida partiendo de materia prima fresca y de calidad, nos dará la posibilidad de saber exactamente lo que hay en nuestros platos, lo que nos metemos en el cuerpo y lo que damos de comer a nuestros seres queridos.
Haciendo esto, es muy simple sustituir unos ingredientes por otros. En el apartado de Recetas se encuentran variadas opciones rápidas para preparar platos simples y sabrosos, es sólo cuestión de cambiar algunas de nuestras costumbres y dar prioridad a algo que verdaderamente importa: nuestra salud y la salud de nuestros seres queridos.
Hasta el próximo sábado para la descripción del primero de estos 4 venenos blancos, y sus alternativas más saludables.
Laura