Cómo determinar el alimento correcto para una determinada especie?
Supongamos que tengamos que cuidar de un animal desconocido del que no conozcamos sus costumbres alimenticias. Cómo saber lo que necesita comer? La respuesta es relativamente simple. Todo lo que tendremos que hacer es ofrecerle diferentes tipos de alimentos en su estado natural. Nuestro protegido comerá los alimentos que biológicamente está programado para comer, ignorando todo el resto que ni siquiera considerará como comida. Este instinto es tan fuerte que el resultado será igual para cualquier animal de la naturaleza, incluido los cachorros pasado el periodo de lactancia.
La misma técnica se podría perfectamente aplicar a niños humanos. Dejemos un niño en un cuarto con un cordero y un trozo de sandía y sentémonos a observar con cuál decide jugar y cuál decide comer. Podemos estar bastante seguros del resultado.
Biológicamente, somos carnívoros?
Tanto nuestra anatomía como nuestra fisiología, bioquímica y psicología, indican que NO, no somos carnívoros.
Describir a los carnívoros simplemente con un "comen carne" no es una descripción correcta de este grupo de criaturas. Los animales que se alimentan de otros animales en el medio natural, comen carne cruda directamente del cadáver, y consumen la mayor parte del animal, no solamente sus músculos sino también los órganos internos incluido estómago e intestinos con sus contenidos, tejidos sinoviales, cartílagos, tendones, huesos, y beben la sangre y demás fluidos corporales. Comen con gusto las entrañas y sus contenidos parcialmente digeridos y rompen, mordisquean e ingieren los huesos, sus médulas y cartílagos. Cuando observamos la forma en la cual un carnívoro devora su presa entera, podemos estar seguro que lo que este grupo de animales necesita para su nutrición es considerado delicioso para ellos.
Los carnívoros, por ejemplo, requieren mucho más calcio que los seres humanos, debido a que la carne animal produce (en todos los mamíferos) residuos metabólicos ácidos como resultado de la digestión. El calcio, un mineral alcalino, en la sangre y en los huesos de sus presas, compensa la metabolización ácida de las carnes. También tienen requerimientos mucho mayores de proteína que los seres humanos.
Supongamos que tengamos que cuidar de un animal desconocido del que no conozcamos sus costumbres alimenticias. Cómo saber lo que necesita comer? La respuesta es relativamente simple. Todo lo que tendremos que hacer es ofrecerle diferentes tipos de alimentos en su estado natural. Nuestro protegido comerá los alimentos que biológicamente está programado para comer, ignorando todo el resto que ni siquiera considerará como comida. Este instinto es tan fuerte que el resultado será igual para cualquier animal de la naturaleza, incluido los cachorros pasado el periodo de lactancia.
La misma técnica se podría perfectamente aplicar a niños humanos. Dejemos un niño en un cuarto con un cordero y un trozo de sandía y sentémonos a observar con cuál decide jugar y cuál decide comer. Podemos estar bastante seguros del resultado.
Biológicamente, somos carnívoros?
Tanto nuestra anatomía como nuestra fisiología, bioquímica y psicología, indican que NO, no somos carnívoros.
Describir a los carnívoros simplemente con un "comen carne" no es una descripción correcta de este grupo de criaturas. Los animales que se alimentan de otros animales en el medio natural, comen carne cruda directamente del cadáver, y consumen la mayor parte del animal, no solamente sus músculos sino también los órganos internos incluido estómago e intestinos con sus contenidos, tejidos sinoviales, cartílagos, tendones, huesos, y beben la sangre y demás fluidos corporales. Comen con gusto las entrañas y sus contenidos parcialmente digeridos y rompen, mordisquean e ingieren los huesos, sus médulas y cartílagos. Cuando observamos la forma en la cual un carnívoro devora su presa entera, podemos estar seguro que lo que este grupo de animales necesita para su nutrición es considerado delicioso para ellos.
Los carnívoros, por ejemplo, requieren mucho más calcio que los seres humanos, debido a que la carne animal produce (en todos los mamíferos) residuos metabólicos ácidos como resultado de la digestión. El calcio, un mineral alcalino, en la sangre y en los huesos de sus presas, compensa la metabolización ácida de las carnes. También tienen requerimientos mucho mayores de proteína que los seres humanos.
La mayoría de nosotros nos consideramos amantes de los animales. No nos agrada la idea de quitar la vida a ningún ser, menos aún con nuestras propias manos, y pensar de comer un animal recién muerto y en su estado natural es bastante repugnante. Ciertamente no disfrutamos comiendo huesos, cartílagos, entrañas o trozos de grasa cruda, ni músculos con piel y pelo, además de los insectos que inevitablemente los acompañan. No podemos imaginar estar sorbiendo sangre tibia manchando nuestros rostros y nuestras manos con ella. Estos comportamientos son completamente ajenos a nuestra disposición natural. y nos producen rechazo, no placer.
Las imágenes, sonidos y olores de los matadero son percibidas como repugnantes para la mayoría de personas. Los mataderos son tan ofensivos para la mayoría de nosotros que a nadie le es permitido visitarlos. En los Estados Unidos no hay ninguna profesión que cuente con mayor índice de accidentes laborales (no, ni si quieras los bomberos) y de despidos voluntarios que trabajar en un matadero. Los empleados de esos establecimientos de muerte no suelen poder aguantar lo que tienen que ver y hacer todos los días.
Comer carne no puede ser éticamente incluido en nuestros conceptos de amor y compasión. No existe forma amorosa ni "humana" de matar a otra criatura.
Matamos a millones de animales por mandato, sintiendo repugnancia por sus cadáveres. Muchos de nosotros pensamos que, si tuviéramos que matar personalmente a los animales para comerlos, dejaríamos de consumir carne, así que preferimos dejar que lo hagan otro, previo pago. Disfrazamos la carne de los animales que mata la industria en impecables bandejas blancas con pequeños trozos de músculos que perdieron toda apariencia que pueda recordar el animal que fue sacrificado para obtenerlas. Y después la cocinamos y la camuflamos aún más con salsas, especias y condimentos.
Ocultamos la realidad de la carne dándole nombres diferentes para hacerla más aceptable y disociarla ulteriormente de lo que realmente es: un trozo de animal muerto. No comemos vacas, cerdos, ovejas o peces, sino que comemos res, jamón, roast beef, filete, pechuga, hamburguesa y bastoncitos. No hablamos de comer sangre o liquido linfático, pero salivamos ante la idea de un filete “jugoso”.
Recuperemos nuestra sensibilidad natural de reconocer ese producto llamado "carne" por lo que es, retomemos consciencia.
Extraído y modificado de La Dieta 80/10/10 del Dr. Douglas N. Graham
http://foodnsport.com/index.php
11 Febrero 2014
La información contenida en este sito es de libre distribución, se agradece la mención de la fuente.
Las imágenes, sonidos y olores de los matadero son percibidas como repugnantes para la mayoría de personas. Los mataderos son tan ofensivos para la mayoría de nosotros que a nadie le es permitido visitarlos. En los Estados Unidos no hay ninguna profesión que cuente con mayor índice de accidentes laborales (no, ni si quieras los bomberos) y de despidos voluntarios que trabajar en un matadero. Los empleados de esos establecimientos de muerte no suelen poder aguantar lo que tienen que ver y hacer todos los días.
Comer carne no puede ser éticamente incluido en nuestros conceptos de amor y compasión. No existe forma amorosa ni "humana" de matar a otra criatura.
Matamos a millones de animales por mandato, sintiendo repugnancia por sus cadáveres. Muchos de nosotros pensamos que, si tuviéramos que matar personalmente a los animales para comerlos, dejaríamos de consumir carne, así que preferimos dejar que lo hagan otro, previo pago. Disfrazamos la carne de los animales que mata la industria en impecables bandejas blancas con pequeños trozos de músculos que perdieron toda apariencia que pueda recordar el animal que fue sacrificado para obtenerlas. Y después la cocinamos y la camuflamos aún más con salsas, especias y condimentos.
Ocultamos la realidad de la carne dándole nombres diferentes para hacerla más aceptable y disociarla ulteriormente de lo que realmente es: un trozo de animal muerto. No comemos vacas, cerdos, ovejas o peces, sino que comemos res, jamón, roast beef, filete, pechuga, hamburguesa y bastoncitos. No hablamos de comer sangre o liquido linfático, pero salivamos ante la idea de un filete “jugoso”.
Recuperemos nuestra sensibilidad natural de reconocer ese producto llamado "carne" por lo que es, retomemos consciencia.
Extraído y modificado de La Dieta 80/10/10 del Dr. Douglas N. Graham
http://foodnsport.com/index.php
11 Febrero 2014
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